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Complementos para el bebé

Higiene

Existen diferentes tipos de pañales: desechables (ecológicos o no) y de tela (reutilizables).
Los pañales desechables son una opción práctica, aunque no suelen ser los más indicados para cuidar del medio ambiente.

Dentro de ellos los más indicados para esta finalidad serían los ecológicos. Los pañales desechables tienen la ventaja de ser muy absorbentes permitiendo que la humedad de la orina no esté tanto tiempo en contacto con la piel del bebé, lo que ayuda a prevenir dermatitis y candidiasis en la zona del pañal.
Algunas marcas disponen además de una tira reactiva de un color que cambia de color al entrar en contacto con la orina por lo que podemos saber si el pañal ya está mojado antes de retirarlo.

Es importante, sobre todo para los lactantes más pequeños y los de piel más sensible (como los atópicos) conseguir pañales con poca tintura y fabricados con materiales hipoalergénicos para prevenir reacciones cutáneas. Algunos bebés no toleran el material de los pañales y ya sea por esto, o por preferencia familiar, optan por los pañales lavables. Suelen ser pañales que constan de dos partes, el absorbente, que puede ser de bambú u otro material, que es lo que absorbe la orina, y el protector, que suele ser impermeable y permite la sujeción del absorbente.

Dependiendo del tipo de pañal, el absorbente se coloca dentro de la tela del protector, o bien por encima permitiendo reutilizar varias veces el protector cambiando solo el absorbente, siempre que no se haya manchado o mojado. Estos pañales suelen contar con diferentes filas de botones que permiten ajustar el tamaño del pañal a la talla del niño/a. De la misma forma los pañales desechables se presentan en diferentes tallas para la comodidad del niño/a y la seguridad a la hora de evitar fugas.

Los pañales más prácticos a la hora del cambio son los que se pueden desabrochar, porque permiten el cambio de pañal sin retirar toda la ropa. Los pañales tipo braguita (se suben y se bajan sin romperse) son útiles en las etapas en las que el bebé está en proceso de retirada del pañal o lo utiliza solo de noche, y para niños/as más mayores con enuresis nocturna, para que en algún caso pueda levantarse al baño por sí solo.

Para evitar las complicaciones en la zona del pañal (dermatitis y candidiasis principalmente) conviene que los cambios de pañal sean frecuentes, en cuanto se detecta que están mojados o sucios, y también conviene usar alguna crema de barrera protectora, como la pasta Lassar o la pasta al agua, que se reemplace en cada cambio de pañal.

Los niños/as recién nacidos gastan una media de 8 a 10 pañales diarios (hacen micciones escasas pero muy frecuentes y a veces deposiciones en cada toma). Conforme va creciendo el niño/a, las micciones se van espaciando pudiendo reducir el número de pañales que se utilizan al día.

Es útil saber esto a la hora de proveerse de pañales desechables y también de tener suficientes pañales de tela que permitan el recambio y lavado/secado después de cada uso.

Los termómetros son elementos que no deben faltar en el botiquín de casa, ya que es importante que cuando observamos que algo no anda bien con el bebé podamos medir su temperatura.
Hoy por hoy, los más fiables continúan siendo los de mercurio, en cuanto a la precisión a la hora de determinar la temperatura. Pero están en desuso por la toxicidad del mercurio y el peligro de que el termómetro (cristal) se rompa causando lesiones al bebé o al que lo manipula.
Esto ha dejado paso a los termómetros digitales, que se suelen utilizar en la toma de la temperatura axilar del niño/a, y la mayoría de ellos también son útiles para medir la temperatura central (rectal).
Otros termómetros infrarrojos permiten la toma de temperatura sin contacto (muy útil por ejemplo en colegios y guarderías, para prevenir contagios) y tienen la ventaja de que en el caso de los bebés toman la temperatura en poco tiempo y sin «molestar» al bebé, por lo que no es necesaria su colaboración. Estos termómetros son algo menos fiables ya que su fiabilidad dependerá de si la distancia de aplicación es correcta, de que no interfiera con la temperatura ambiente, etc.
Como norma general y en el domicilio se recomienda que la toma de temperatura sea siempre axilar, incluso en el caso de los bebés, dejando la medición de la temperatura rectal para el ámbito sanitario.

Las bañeras para bebés son útiles para bañar a los niños/as segura y cómodamente.
Existen asientos retenedores que ayudan a sujetar a los bebés más pequeños dejando ambas manos libres para mayor comodidad, pero pese a que el bebé esté colocado en uno de esos asientos, el adulto nunca debe dejar sin supervisión al niño/a.
Existen bañeras con patas que al ser elevadas pueden favorecer la postura del cuidador evitando por ejemplo dolores de espalda y haciendo el baño más fácil.
Otras bañeras se colocan encima de la bañera normal, facilitando así el desagüe y ocupando menos espacio.
Hay bañeras tipo «cubo» que algunos usuarios describen como más relajantes y seguras para el bebé, aunque lo cierto es que no hay evidencia científica sobre qué bañera es más segura que otra.
Otra opción que ocupa poco espacio si se dispone de bañera normal es una pieza reductora que hace que no se malgaste tanta agua a la hora de bañar al bebé.
En cuanto a la seguridad de las bañeras, lo que verdaderamente previene de accidentes es que el adulto esté supervisando en todo momento al bebé, y nunca sean hermanos mayores (menores) los que estén al cargo del pequeño/a

El baño del bebé es importante porque lo limpia y a veces lo relaja, favoreciendo conciliar el sueño.
Para la higiene de la piel no es necesario bañar a diario y tampoco aplicar jabón por todo el cuerpo y frotar con esponja. Es suficiente con bañar con agua jabonosa, no a diario, con temperatura adecuada, no muy caliente para no estropear la barrera cutánea que es necesaria para mantener el equilibrio hídrico, la temperatura y evitar infecciones.
El gel y champú deben ser además de pH neutro.
Al tratarse de una piel sensible incluso en niños/as no atópicos, es una buena opción utilizar un gel y champú aptos para piel atópica, que además equilibran la flora cutánea, aunque no en todos los casos va a ser necesario.

Desde que se inicia la dentición, e incluso antes, es importante tener una buena higiene de la boca del bebé.
Empezando por el cuidado de la boca de los padres, ya que la caries es una infección que puede transmitirse de padres a hijos, y evitando el uso compartido de vasos y cubiertos que pudiesen facilitar dicha infección.
Cuando el bebé aún no tiene dientes se puede limpiar su boca y encías con una gasita mojada en agua.
Cuando aparecen los primeros dientes, lo que suele suceder entre los 6 meses y el año, hay que iniciar el cepillado de los dientes dos veces al día, mañana y noche (siendo este último el más importante).
Para ello se puede utilizar una gasa, un dedal de silicona o un cepillo dental de lactantes.
Es importante que, si el niño/a utiliza biberón, no tome zumos u otras bebidas azucaradas en ellos, pues esto incrementa el riesgo de caries.
La lactancia materna protege de las caries en lactantes.
En niños/as más mayores se utilizará un cepillo dental suave. Se puede permitir que el niño/a inicie el cepillado por unos minutos, pero es importante que, hasta los 6-7 años, sea un adulto quien cepille los dientes de los niños/as, durante otro minuto. Luego podrán hacerlo solos, pero es importante que el adulto supervise el cepillado de noche.
En cuanto al uso de la pasta dentífrica, la Sociedad Española de Odontopediatría recomienda que en niños/as de 0 a 3 años se utilice una pasta que contenga 1000 partes por millón (ppm) de ion flúor y utilizar la cantidad equivalente a un grano de arroz.
Utilizar más flúor del indicado puede hacer aparecer manchas blancas en los dientes y no aporta beneficio extra.
Cuando al bebé le salgan los molares, ya se puede usar hilo dental entre ellos antes de ir a dormir.
Desde los 3 a los 6 años se puede incrementar la cantidad de flúor hasta los 1450 ppm de ion flúor, utilizando la cantidad equivalente a un guisante o la anchura del cabezal del cepillo, y después de los 6 años ya se debe usar una pasta que contenga 1450 ppm de ion flúor.
Si el niño/a tiene riesgo incrementado de caries el odontopediatra puede aumentar la cantidad de flúor utilizada, hasta 5000 ppm en función de su caso, incluso utilizar fluoruros tópicos, siempre bajo la prescripción de un profesional.
Hay controversia sobre si se pueden utilizar cepillos eléctricos en niños/as o no, por lo que es difícil hacer una recomendación clara sobre ello.

El pañal es un elemento imprescindible para el cuidado de los bebés, ya sea de tela o desechable dependiendo de la preferencia familiar y la tolerancia del niño/a. Pero llega el momento de la retirada del pañal y nos planteamos ¿estará preparado? ¿a qué edad se puede empezar la retirada? ¿cómo hacerlo?

Para saber si el bebé está preparado tenemos que observar ciertos signos de que lo está, como por ejemplo que se pueda comunicar con nosotros para avisarnos de que tiene ganas de orinar o hacer deposiciones. Suelen estar preparados para ello alrededor de los dos años y medio, pero si estos signos se presentan antes de esa edad, ya se puede intentar la retirada.

Primero nos avisará de que ya lo hizo en el pañal, con el tiempo avisará antes de hacerlo o notaremos sus gestos cuando se dispone a ello. Es importante que esté tranquilo y tenga una buena disposición para usar el orinal, si no es así, es mejor esperar un poco antes de intentarlo.

Al principio compraremos un orinal, se lo enseñaremos al niño/a, dejaremos que se siente y lo pruebe (aunque lleve el pañal y la ropa puesta las primeras veces).

Si tiene hermanos mayores dejaremos que vean como usan el baño o como lo hacen los papás (el procedimiento: bajar la ropa, sentarse, limpiarse, tirar de la cadena), de esta forma van perdiendo el miedo a lo desconocido.

Luego le animaremos a bajarse la ropa (con pantalones amplios y ropa interior o pañal de entrenamiento) y a sentarse en el orinal por un par de minutos, aunque no tenga ganas, y que pruebe a hacer pipí. Si lo consigue lo felicitaremos, si no, le explicaremos que dentro de un ratito se vuelve a probar.

Es importante no insistir demasiado si está reticente a usarlo, pero se puede dejar el orinal preparado para cuando quiera usarlo. Hay que evitar hacerles pasar demasiado rato sentados en el orinal si ya lo han intentado o no están colaboradores, es mejor dejarlo para más adelante.

Muchas veces ayuda leerles cuentos relacionados con el uso del orinal, con dibujos para que se familiaricen con ello. Lo primero a retirar es el pañal de día, cuando el niño/a está consciente y por tanto puede sentir mejor las ganas de orinar o defecar.

El pañal nocturno a veces empieza a salir seco a los pocos días de dejarlo de día, y entonces se puede retirar. Pero otras veces el pañal nocturno va a ser necesario por varios meses incluso años.

No hay que forzar la retirada del pañal nocturno, porque muchos niños/as no son suficientemente maduros a nivel neurológico para sentir las ganas de acudir al baño ni controlar los esfínteres mientras están durmiendo. Lo normal es que los escapes nocturnos desaparezcan antes de los 7 años del niño/a, si no es así, hay que hacer varios estudios para confirmar que no hay patología que provoque la incontinencia nocturna (enuresis).

El lavado nasal en lactantes pequeños es muy útil en algunas situaciones. Por ejemplo, cuando el moco y la congestión nasal impiden respirar bien al niño/a, lo que acaba repercutiendo también en su descanso o su alimentación.
A veces los lactantes rechazan las tomas total o parcialmente porque debido a la obstrucción nasal no pueden comer y respirar al mismo tiempo.
Es en estas situaciones cuando se recomienda realizar el lavado nasal.
De forma preferente, el lavado se ha de realizar con suero fisiológico a chorro (mediante envases unidosis o mejor con jeringuilla).
Con el bebé tumbado de lado, se introduce el chorro por el orificio nasal superior, de esta forma el suero arrastra el moco que sale por el orificio inferior. Después se tumba al bebé del otro lado y se repite el procedimiento.
Se pueden utilizar también, dispositivos para la higiene nasal como las perillas o aspirador nasal.
Los aspiradores nasales que se activan con la succión del cuidador, tienen un filtro que evita que la probable infección que presenta el niño/a se contagie al adulto que realiza la aspiración. El inconveniente de estos dispositivos es que su uso en niños/as, que no suelen colaborar y se mueven, puede resultar traumático, es decir, que cause heridas en las fosas nasales. Pero si se realiza con cuidado, aspiración suave para no lesionar las paredes nasales e inmovilizando bien al niño/a, pueden ser de ayuda complementaria a los lavados con suero fisiológico, si estos no consiguen arrastrar todo el moco que está obstruyendo la nariz.
Los lavados con suero, se pueden realizar con más frecuencia que la aspiración nasal, cada vez que el niño/a lo necesite. Pero la aspiración nasal, que produce sensaciones desagradables en el oído y resecan la mucosa nasal, no se deberían de realizar más de una o dos veces al día, y sólo si es imprescindible.